Por las ondas del lago parecía que algo
iba a emerger de un momento a otro a la superficie, mas a pesar de eso la
pequeña ni se inmutó lo más mínimo, ni siquiera el olor de la noche la inquietó
apenas un poco.
La Reina del Vacío la abrazaba sin ser
vista y ese secreto era de las dos. El rostro de la niña ya transformado en
fuego atemporal era acariciado por la sabiduría de la Reina, Reina de los
cuatro tiempos.
Y de lo espeso del bosque salió cómo
enloquecido el fiero anciano que tantos días la llevaba buscando. ¡Que vejez
atrevida! Intentó aproximarse a "ellas" jadeando de locura pero hasta
el aire nocturno hubiera dado su último hálito por defenderlas, así que
fulminantemente derribado cayó al instante muerto de amor ante la mística
heredera.
Se oyó entonces como el quejido del
trueno bajo el agua del lago y la pequeña rápidamente volteó su cuerpo
queriendo contemplar la portentosa visión que sabía iba acontecer.
Momentos antes del nuevo viaje susurró
así la Reina al oído de la niña:
-Amada yo, ya los "mil
enamorados" vienen a buscarte, están llegando. Animarte a entregar lo
único que en ti queda, como haces siempre, pues en éste próximo capítulo de tu
existencia vas a seguir amando. Olvida ahora este indescriptible anciano que
yace bajo tus pies, no le tengas lástima pues ha sido necesaria su destrucción
en tu libro del destino.
-¿Acaso no echaré de menos el mundo?
-preguntó la niña por primera vez.
La Reina quedó en silencio unos
segundos y después explotó en una deliciosa carcajada.
La niña, mecida por el elixir del que piensa nada, ¡de la risa tampoco se pudo contener!
.
"Patricia ha muerto, soy la que SOY"
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