Nunca tuvo buena visibilidad de noche y aquella
vez no era diferente. El bramido del viento nocturno la asustaba y aún más le
dificultaba el caminar. No sabía cuántas horas hacía que recorría la espesura
de aquel valle ennegrecido pero si algo la alentaba a seguir eran las últimas
palabras que le dijo el último de los ancianos: “Cuando creas que todo para ti ya
está perdido, ahí, justo en ese instante, aparecerán”. De pronto, en lo más
oscuro de la madrugada se oyó un crujido sobrecogedor como venido del interior
de la tierra. La joven quedó paralizada ante semejante impacto y de entre las
sombras nocturnas una luz diáfana dio paso al primer encuentro. “-Y dime
chiquilla, ¿qué buscas por los pasadizos de éste bosque?” La niña abrió aún más
sus ojos y como fulminada por un rayo cayó de rodillas al suelo ante él presa
de la exaltación. Un llanto afónico resbalaba ahora por su rostro y estremecida
de emoción le pudo decir: “-El pasado se me presenta difuso ahora, no logro
recordar quién era yo, sé que buscaba algo pero perdí el rumbo hace tiempo.
Ahora lo entiendo. ¡Qué equivocada he estado siempre, no veía el error!
¡Perdonadme!” El yidasty la miró entonces con una ternura arrebatadora y
mientras se acercaba a ella advirtió: “-Vas a nacer en breve, tu parto es
inminente. Yo voy a ayudarte a quebrar el huevo que te mantiene presa todavía,
cuando estés fuera no te abrumes por la visión: Traspasaste el teatro del
mundo, se acabó tu papel. Bienvenida a LO REAL.”
"Patricia ha muerto, soy la que SOY".
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